Crónica de una clase
Sin imaginación para escribir
Definitivamente para escribir lo que sea, un poema, una carta, o en este caso una crónica se necesita imaginación, inspiración.
Por: Carolina Franco Vásquez
Su día empezó muy temprano, a las 5:00 a.m. y tuvo que ser así porque ella vive en Chia, y si no se levantaba antes no alcanzaría a llegar a clase de 7 en Bogotá, pero bueno se levantó, se arregló y salió corriendo a coger el bus, en este se demoró media hora y otra más en Transmilenio (sin contar el tiempo del trancón de la autopista norte).
Ella se había levantado temprano, sin embargo, no salió a tiempo así que llegó 15 minutos tarde, la profesora ya había llegado, pensó que no la dejaría entrar, pero sí lo hizo, entonces se quedó en el salón por dos horas, escuchando el tema del la clase, organizando algunos trabajos y hablando con sus amigos acerca del puente.
Así se pasó el tiempo, para luego encontrarse en su segunda clase, Redacción para Prensa y Medios. Allí tuvo que escribir una crónica, la imaginación se le escapaba, tal vez era por hambre o por sueño, no lo sabe, mientras que piensa que redactar en la hoja, escucha a su profesor, él habla, o como lo asegura él mismo, dice sus pensamientos en voz alta, aconseja a algunos estudiantes en sus escritos, ellos se molestan un poco porque sienten que no pueden hacer su trabajo bien con él mirando que es lo que hacen, él sigue hablando, esta vez pasa por cada silla intimidando a los presentes.
Ahora eran las 10:38 a.m. y ella ya había escrito algunas palabras en su texto, como también lo hacían sus compañeros, pero su inspiración seguía lejana, ¿Qué más puede poner? Tampoco lo sabe, solo quiere terminar de teclear, quiere salir de ese salón, quiere ir a comer y luego hacer su trayecto de regreso a casa.
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