viernes, 13 de noviembre de 2009

Crónica

Crónica de una clase
Sin imaginación para escribir

Definitivamente para escribir lo que sea, un poema, una carta, o en este caso una crónica se necesita imaginación, inspiración.

Por: Carolina Franco Vásquez

Su día empezó muy temprano, a las 5:00 a.m. y tuvo que ser así porque ella vive en Chia, y si no se levantaba antes no alcanzaría a llegar a clase de 7 en Bogotá, pero bueno se levantó, se arregló y salió corriendo a coger el bus, en este se demoró media hora y otra más en Transmilenio (sin contar el tiempo del trancón de la autopista norte).

Ella se había levantado temprano, sin embargo, no salió a tiempo así que llegó 15 minutos tarde, la profesora ya había llegado, pensó que no la dejaría entrar, pero sí lo hizo, entonces se quedó en el salón por dos horas, escuchando el tema del la clase, organizando algunos trabajos y hablando con sus amigos acerca del puente.

Así se pasó el tiempo, para luego encontrarse en su segunda clase, Redacción para Prensa y Medios. Allí tuvo que escribir una crónica, la imaginación se le escapaba, tal vez era por hambre o por sueño, no lo sabe, mientras que piensa que redactar en la hoja, escucha a su profesor, él habla, o como lo asegura él mismo, dice sus pensamientos en voz alta, aconseja a algunos estudiantes en sus escritos, ellos se molestan un poco porque sienten que no pueden hacer su trabajo bien con él mirando que es lo que hacen, él sigue hablando, esta vez pasa por cada silla intimidando a los presentes.

Ahora eran las 10:38 a.m. y ella ya había escrito algunas palabras en su texto, como también lo hacían sus compañeros, pero su inspiración seguía lejana, ¿Qué más puede poner? Tampoco lo sabe, solo quiere terminar de teclear, quiere salir de ese salón, quiere ir a comer y luego hacer su trayecto de regreso a casa.

martes, 3 de noviembre de 2009

Crónica

Expresarnos, un juego de palabras

A la hora de hablar las personas tienen mucha creatividad pues son capaces de crear términos nuevos con los cuales interactúan.


Los dichos, piropos o frases nunca pasan de moda, aún se siguen utilizando expresiones como: ¿Uy quién pidió pollo?, tu de rojo y yo con este antojo o en boca cerrada no entran moscas. Estos y muchos otros ya hacen parte del habla cotidiano de las personas, escuchar a un hombre decirle cosas ‘bonitas’ o no tan bonitas a una mujer en la calle, se puede decir que es normal, que se diga parce en vez de amigo y mamá a cambio de cucha o viejita, también.

Un persona al expresarse puede ser romántico, gracioso, grosero, en fin, puede decir lo que piensa de diferentes formas, y ya no es raro ver que se refieren a alguien como si fuera un objeto o un animal, por ejemplo, que boleta, que lámpara, ella es una zorra, él es un perro.

En cuanto al lenguaje mas usado entre los jóvenes, sobre todo en las clases bajas, se puede encontrar el de los llamados ‘ñeros’, estos tienen un habla particular, no solo por su pronunciación sino también por los términos que usan, como: áspero, que es difícil o chévere. Déjeme Sánchez, es decir, déjeme sano. Sisas, sicas, cilantro, simón, son afirmaciones y nones o noclas negaciones. Y cuando se trata de una persona usan nombres como: ñompiro, pirobo, garbimba o viruña. Todos estos son juegos de palabras que aunque suenan graciosas, son vulgares.

Y a cambio están otros personajes, ‘los gomelos’ niños bien, que acompañan todas sus oraciones con un o sea o con extranjerismos, como: o sea, hello!!
O sea, pinta un bosque y piérdete. Baby, cool, sexy, etcétera, tienen un sin fin de “palabras con estilo”.

Pero entre todas estas formas de hablar no pueden faltar los regionalismos, en cada ciudad las palabras tienen significado diferente, para los santandereanos tina es un calentador, las abuelitas son las nonas, en Tolima, un chorombí es un loco, cremallera es corredera, en el Valle, una chuspa es una bolsa, el chivo es un morral y en Antioquia, canilla es grifo y olla atómica es olla a presión.

El lenguaje con los años ha cambiado, mientras que unos términos ya no se usan, otros aparecen y llegan a los oídos de todos, para alegrar, conquistar o molestar, siempre con algún fin. Cada uno de estos modismos, son representativos, ya sea de un grupo o una clase social.

Carolina Franco Vásquez